16.7.12

Sin crisis no hay desafíos

Y ahora entiendo un montón de cosas. Mi miedo no era ser dejada sino, no haber sido nadie importante, solo una persona más en la vida del otro.
Estos días estuve riendome, tratando de no estar en casa para no pensar, pero el problema no es que no quiera pensar... El problema es que no quiero enfrentarme a la soledad. Tengo miedo de qué es lo que me pueda llegar a encontrar, de perder los estribos y no querer lucharla más. De querer abandonar todo y no poder seguir. Y aunque tenga hombros para llorar, prefiero hacerlo sola o no hacerlo y debilitarme.
Estuve tratando de hacer como si no me pasara nada, engañandome a mí misma y me lastimé más. Tanto hasta el punto de no querer dormir una siesta para no despertarme de mal humor y tener que pensar.
Pero no hay nada que yo pueda hacer. Y por primera vez en mi vida voy a aferrarme a una idea madura y confiar en esto: tengo que dejar las cosas ser, porque aprendí que, cuando las forzas, salen peor, y que tenga que pasar lo que tenga que pasar, y soportar lo que venga.
En este momento no queda otra opción que aceptar la "derrota", podría decirse así, no insistir más, y dejarlo ser...
Agustina

1 comentario:

Zeida Bermúdez dijo...

Me gusta mucho como escribes. Te sigo.