Bueno acá estoy yo. Otra vez. Me doy cuenta de varias cosas y me entristecen y mucho. El tema de esta entrada es mi papá. Me molesta muchísimo que mis papás fumen, pero más mi papá, y más me duele cagarlos a pedos por eso. Dios, me molesta. Me molesta y me hace sentir tan mal estar todo el día: correte, no me fumes en la cara, respetame; todo el tiempo decis que queres dejar de fumar pero nunca empezas ni haces un puto esfuerzo.
Me doy cuenta que un día ellos no van a estar más, y voy a mirar para atrás y me voy a arrepentir por haber gastado la parte de mi tiempo con ellos, que podría haber sido algo lindo, retandolos. Y creo que si eso pasa nunca me lo perdonaría realmente. Porque me habría pasado toda mi vida quejándome de su mal hábito. Y en verdad, si me quejo no es solo por mí, porque yo no quiero fumar, es porque no quiero que ellos lo hagan tampoco, o sea no es bueno.
La conclusión es que decidí que me voy a bancar aspirarme el cigarrillo con tal de estar al lado de ellos y guardarme mis estúpidas palabras y aceptar a mis padres así como son... porque la verdad es que no lo quiero aceptar. No quiero aceptar que tengo unos padres que fuman todo el tiempo y me destruyen emocionalmente porque cuando pido que no lo hagan, lo hacen igual, porque claro, es un vicio, ¿cómo pretendo que lo dejen así nomás? No sé la verdad. Creo que el secreto es aceptar a las personas tal cual son, sin modificar absolutamente nada. Porque si nos la pasamos intentando cambiar a los demás, nunca vamos a ser felices completamente porque nunca vamos a estar conformes. A lo que voy con esto es que yo nunca lo acepté. Ahora que me doy cuenta de todo esto, quiero aceptarlo, aunque me destruya la idea de que no es lo que yo quisiera que sea.
Y mientras yo vivo quejandome de estas cosas, el tiempo pasa, y mañana me voy a arrepentir de haberlo desperdiciado quejandome. Por eso, a partir de hoy, lo acepto.