¿Me podrías dejar en paz un maldito segundo? ¿Podes salir de mi mente un rato? ¿Por favor? ¿O acaso estoy condenada a depender de vos y quererte para siempre? Me encantaría ponerme feliz por vos, te lo juro. Pero, no puedo ponerme feliz ni siquiera por mí, ni tampoco tengo motivos actuales para hacerlo. 

Y está bien, está perfecto. Prefiero ser yo la que te ame sin importar nada, antes de que sea al revés. Es decir, quiero ser yo la que sufra en tu lugar, mi amor no quiero verte caer. 

Quizás la adolescencia me da vueltas y dramatizo demasiado las cosas. Tal vez mañana estemos abrazados besándonos debajo de un árbol, olvidando esta discusión. Tengo esperanza, quiera o no, siempre estará. 

Pero la verdad es que ahora me estoy agarrando la cabeza preguntándome por qué nos dejamos ir, por qué fuimos tan estúpidos, por qué dejamos que una fucking pelea desarmara todo, desarmara mi corazón, lo deshace de a poco. Y ahí viene la cura: vos. ¿Habrá cura esta vez? ¿O seguiré desgarrándome junto a este dolor emocional? 

No sé bien qué es lo que me pasa, supongo que quizás me enamoré, y no sé muy bien de qué se trata todo esto. Lo único que importa es que ya te extraño, y no hablamos hace media hora. 

Soy una principiante inexperta en esta materia, entendeme, es como si caminara con los ojos vendados. Dios, mi amor no sé para dónde disparar. ¿Donde estás? Quiero ir allí.

Agustina