-Pero...
-¡No!- le interrumpí- Una parte de mí le sienta muy bien ayudar a mis amistades, aconsejarlos con lo poco que sé de esta vida, y que les vaya bien... Es que sin saberlo te hace un vacío no poder estar igual que ellos, es decir, a mí nadie me ayuda con mis problemas amorosos. Sí, ya sé, vas a decir que no estoy saliendo con nadie, y es justamente eso lo que pasa: mi problema es que no tengo problemas... Y me encantaría tener uno ahora, pero no lo hay. ¡Dios!
La habitación, el sillón que se había vuelto tan rígido... Y su cara iluminada por aquella luz tenue cuando dijo:
-¿Queres tener un problema? Está bien, ahora lo tenes- se animó a desafiarme.
-No entiendo.
-Voy a ser directo: no quiero ser más tu amigo...- y su voz se desvaneció.
-Pero, no, no, no era eso lo que quería decir, entendiste todo mal.
-Entendí perfectamente
El tiempo fue víctima de el minuto más largo de mi vida, y al ver que yo no respondía nada, añadió:
-Ahora yo soy tu problema.
Fue ahí cuando me di cuenta de que tenía razón... Supongo que él siempre había sido mi problema, y que ahora lo admitiera, me hacía reír. Reír de ¿felicidad? Que estúpido e ilógico. Sentirse feliz por tener una misión a completar. Y ahora, él era mi misión. Eso me hacía sonreír, que yo tampoco quería ser su amiga ya... Quería ser su dueña.
Qué bien tener otro problema para más tarde tener la satisfacción de conseguirlo. Añoraba tanto sentirme así... Así cómo solo como él, mi mejor amigo sabía hacerme sentir.
Agustina
2 comentarios:
En algún momento de mi vida añoraba tener algún problema, mi vida era demasiado tranquila. Supongo que esos obstáculos es lo que lo hace más interesante.
linda entrada!! saludoss
Publicar un comentario