Agustina
25.1.11
Ella se sorprendió al descubrir que no creía en nada, que la paranoia tomaba partido en su vida. El miedo y el temor intenso a ser rechazado tomaron personalidad propia dentro de ella. Pero un día, entre medio del alboroto, algo interrumpió sus pensamientos y pudo darse cuenta de que de verdad necesitaba creer en algo, en el amor, en Dios, o quizás en una simple mirada. Fue allí donde encontró su refugio, su lugar para ir a descargarse y llorar cuando fuese necesario. Desde entonces ella tiene abiertas de par en par las puertas de su corazón para lo que esté por venir. Y si viene una tormenta, que venga, la esperará con ansias, total, después de cada tormenta siempre viene algo mejor.
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