25.10.10

A veces la respuesta está en frente de nosotros, y logramos verla... ¿tarde?

Y ahora que me doy cuenta, todo encaja muy bien.
Era yo, era mi ceguera.
No quiero que piensen que soy una resentida y demás, porque nada que ver. Pero cada vez descubro más cosas de mí misma y del psicoanálisis que pongo en práctica a diario. No lo extraño a él ni a nuestra ex relación... Extraño las emociones que sentía cuando lo veía, lo besaba, esa taquicardia producida por la pérdida de adrenalina, era todo simplemente... sensacional. Y eso es lo que necesito, eso es lo que extraño. Yo tengo muchas cosas para dar, y para recibir también. Sí, ya sé, me puse cursi again.
Yo siento que estoy lista para una nueva relación, pero siempre está esa miedo insoportable, y esa impotencia de sentirte un fracasado. Entonces así, nunca voy a poder arriesgarme por nadie. Y ése es el punto: no tengo a nadie en la mira... Tengo ganas de perder la cabeza, de tener un objetivo por el cuál ir, y luchar, perder, tropezar... hasta llegar a él. Tengo ganas de perder la razón por un momento, y sentirme realmente viva.
Yo sé que superé el lazo roto que nos unía, lo sé muy bien. Pero a veces sigo pensando en él porque ninguna emoción, a lo largo de mi corta vida, fue superior a esa. Y ahí es donde vuelve la taquicardia, porque me acuerdo de lo que sentía antes, de cómo me sentía antes y de cómo me hacía sentir. Y me encantaría volver a sentir dichas emociones.
Pero para concretar una meta, primero hay que tener un objetivo... Y yo todavía no lo tengo.
Agustina 

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