20.9.10


No quise retenerlo, ¿de qué hubiera servido deshacer las maletas del olvido? Pero no sé que diera por tenerlo ahora mismo, mirando por encima de mi hombro lo que escribo. Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa, a cambio de sus besos y su prisa; con él descubrí que hay amores eternos, que duran lo que dura un corto invierno. Conservo una foto amarilla, un corazón oxidado, y ésta sed del que añora la fuente del pecado. No quiso ser de nadie.

No hay comentarios.: