29.7.10

Y oscila mi ánimo como un vaiven, paso de ser un huracán a ser un maestro zen. A veces un volcán con el poder de superman, y después ya ven, soy Clark Kent. Veo el futuro y me creo la reina del imperio, hasta que leo lo que dice mi tumba en el cementerio. En serio, si doy corriente como la anguila, expira mi pila y me quedo sin un amperio. Puedo estar en la cima sin nada encima, y bien encumbrada mi estimada autoestima, para en picada caer de esa tarima, y explotar como la bomba que borró del mapa a hiroshima. Y empeoro como el clima, cambio abrigo por blusa, y agarro la bajada acelerada en la montaña rusa. Puedo ser perfecta sin excusas, soy lo opuesto a la hipotenusa. Bajo y subo, freno y sigo, me levanto. Bip bip bip bipolar. Subo y bajo, sigo y freno, y me hundo. Bip bip bip bipolar. Asi que de mí no te fíes, tengo más tabues que hindues y pakistanies, puedo poner los puntos sobre las ies, y después quedar difunta al esquiar sin esques. Así es, de manso mi pensamiento; el que ríe último piensa más lento. Miento, si parezco amable y cortés, soy intocable como eliot ness. Hay días que soy al revés y voy con desconsuelo; al infierno en ascensor en vez de una escalera al cielo. No me salva ni Robert Plants, ni la suerte de Bugs Bunny. Pero mis defectos no me acomplejan, el efecto de las penas son dagas que me aquejan, las veo como marcas en forma vaga. Y más que cicatrices después me parecen llagas. ¿Down? Como un boxeador underground, que nunca pasó el primer round. Una princesa me siento a veces confieso, otras no tan guapa, un sapo mendigando un beso. ¿Y eso? Un coctel de aceite y agua. En ocasiones contesto lo que siento, pero de esos sentimientos enseguida me arrepiento, y entonces es cuando mis respuestas se apilan, y flotan en el viento como las de Dylan. Mis días desfilan y me fusilan el alma, días de calma y otros que quieren un arma. Y mi karma se desarma como un archivo zip, y empieza a sonar mi alarma bip bip bip.