25.2.10


Y ahora tú vienes reclamando mi actitud y me demuestras tu molestia; no se juega con fuego, puedes quemarte. En la vida recibes lo que das. En tu caso, nuestro caso, tú me diste indiferencia y ahora yo te pago con lo mismo. No pude dártela antes porque me nublabas la vista con ingenuidad. Y mientras tanto había un abismo esperándome a caer al suelo, pero tú no me lo dejabas ver, o quizás yo me lo impedía. Tú te alejaste por tu ser y yo comprendí que ya era tarde; era la hora de dejarte ir. Yo te ayudé a olvidarme, ¿y tú? ¿cuándo me ayudarás?. Ahora tú vuelves y me hablas como si fuéramos amigos desde la infancia y yo me quedo paralizada. Jamás podría pedirte que te vayas para no volver pero te agradecería que te fueras temporalmente; ahora es mi turno de olvidarte.

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